Érase una vez… Así empiezan la gran mayoría de los cuentos pero este no es de los que están en ese grupo. Yo lo denomino cuento, aunque es más bien una historia real. Tal vez no te ocurra a ti ni a mí pero hay personas a las que sí les pasa y se lo guardan dentro. Bueno, empecemos:
Adriana se había despertado. Había tenido el sueño más maravilloso que se podía tener, pero era hora de volver a la realidad. La pobre chica deseaba que fuera al revés, sus sueños eran lo único que le hacían subsistir en la cruda realidad. Estaréis pensando que sería pobre o su país estaría en guerra o cosas por el estilo, pero para vivir triste no hace falta eso. El motivo de Adriana para estar harta de su vida era una palabra muy fea: SOLEDAD.
¿Qué es la soledad? Una de las peores cosas que te pueden suceder. Estar solo no significa no estar con alguien en ese momento, sino no tener nadie a tu lado nunca. No nunca literalmente porque Adriana iba al colegio como cualquier niña y evidentemente al colegio no iba ella sola. Sola en el sentido de no tener con quién quejarte de que la "seño" ha mandado muchos deberes, un hombro en el que llorar cuando suspendes, en otras palabras no tener amigos.
Pensarás que tu aguantarías perfectamente, pero como tú seguramente tienes amigos, no puedes imaginarte lo tremendamente malo que es estar en esta situación. Adriana había decidido hacerse la enferma para no tener que ir a la escuela, ni aguantar las continuas burlas sobre su rostro. Adriana no era exactamente lo que nosotros llamamos "guapa". Se paró a pensar que entonces sería como reírles la gracia, así que de mala gana se levantó y empezó la rutina de cada día. Desayunó, se aseó y se vistió. Vio diez minutos la televisión y partió hacia la "cárcel estudiantil" también llamada colegio. Isabel, como siempre rodeada de niñas escuchando como se tenían que planchar el pelo. A Adriana eso le valía lo mismo que unas tijeras de punta redonda a un leñador. Su pelo era demasiado rizado.
Pasaron las horas recibiendo insultos de sus compañeros. Pero ese día alguien se acercó, Adriana que lloraba en un rincón del patio de recreo, le dijo a esa persona:
-¡Necesito un abrazo!
Entonces la persona se inclinó y la abrazó. El problema es que hay muchas personas que no han encontrado alguien que los abrace. Podrías intentar ser esa persona, no la tienes que abrazar físicamente, simplemente darle apoyo.
Colorín, colorado, este "no-cuento" se ha acabado.
Alejandra Suárez Abengozar 6ºB
Adriana se había despertado. Había tenido el sueño más maravilloso que se podía tener, pero era hora de volver a la realidad. La pobre chica deseaba que fuera al revés, sus sueños eran lo único que le hacían subsistir en la cruda realidad. Estaréis pensando que sería pobre o su país estaría en guerra o cosas por el estilo, pero para vivir triste no hace falta eso. El motivo de Adriana para estar harta de su vida era una palabra muy fea: SOLEDAD.
¿Qué es la soledad? Una de las peores cosas que te pueden suceder. Estar solo no significa no estar con alguien en ese momento, sino no tener nadie a tu lado nunca. No nunca literalmente porque Adriana iba al colegio como cualquier niña y evidentemente al colegio no iba ella sola. Sola en el sentido de no tener con quién quejarte de que la "seño" ha mandado muchos deberes, un hombro en el que llorar cuando suspendes, en otras palabras no tener amigos.
Pensarás que tu aguantarías perfectamente, pero como tú seguramente tienes amigos, no puedes imaginarte lo tremendamente malo que es estar en esta situación. Adriana había decidido hacerse la enferma para no tener que ir a la escuela, ni aguantar las continuas burlas sobre su rostro. Adriana no era exactamente lo que nosotros llamamos "guapa". Se paró a pensar que entonces sería como reírles la gracia, así que de mala gana se levantó y empezó la rutina de cada día. Desayunó, se aseó y se vistió. Vio diez minutos la televisión y partió hacia la "cárcel estudiantil" también llamada colegio. Isabel, como siempre rodeada de niñas escuchando como se tenían que planchar el pelo. A Adriana eso le valía lo mismo que unas tijeras de punta redonda a un leñador. Su pelo era demasiado rizado.
Pasaron las horas recibiendo insultos de sus compañeros. Pero ese día alguien se acercó, Adriana que lloraba en un rincón del patio de recreo, le dijo a esa persona:
-¡Necesito un abrazo!
Entonces la persona se inclinó y la abrazó. El problema es que hay muchas personas que no han encontrado alguien que los abrace. Podrías intentar ser esa persona, no la tienes que abrazar físicamente, simplemente darle apoyo.
Colorín, colorado, este "no-cuento" se ha acabado.
Alejandra Suárez Abengozar 6ºB
4 comentarios:
Alejrandra he leido tu cuento esta muy divertido.Besos
Un no-cuento muy hermoso y lamentablemente espejo de la realidad en muchos casos. Muy bien escrito también. Gracias por deleitarnos con esta historia que también nos abre los ojos.
Vaya el cuento es muy original, me ha gustado tanto, que lo he copiado y pegado en mi entrada del Tuenti :)
Felicidades Alejandra
Gracias =)
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